Sufi Tale

Kike Algarra
2 min readApr 8, 2024

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“A farmer lay on his deathbed, serene and ready for departure except for one thing: he feared that his three sons would leave his prosperous farm. They said they did not like the country and were eager to go to the city.

He sent for them and asked them to come over. Whispering, he confessed to them:
-I am going to die soon and I want you to know that there is a great treasure buried in our lands. I don’t know exactly where it is, but if you find it, you will be immensely rich. All I ask is that you share it equally.

As soon as the father was buried, the boys set about the task of searching for the treasure. With picks and shovels they turned the ground twice. But they found nothing.

But since the field was so well worked, they decided to grow grain as their father had always done. They had a great harvest.

After harvesting it they set about the task of the treasure hunt again, and again they found nothing. But, once again, they planted seeds, taking advantage of the work they had done. The harvest was even better.

And so the years went by, until the brothers got a taste for farm work and realised what a real treasure their father had left them as an inheritance.

“Un granjero se hallaba en su lecho de muerte, sereno y preparado para la partida excepto por una cosa: temía que sus tres hijos abandonasen su próspera granja. Decían que no les gustaba el campo y estaban deseosos de marchar a la ciudad.

Los hizo llamar y les pidió que se acercaran. Susurrando, les confesó:
— Pronto voy a morir y quiero que sepáis que hay un gran tesoro enterrado en nuestras tierras. No sé exactamente dónde está, pero si lo encontráis, seréis inmensamente ricos. Sólo os pido que lo repartáis a partes iguales.

Tan pronto el padre fue enterrado, los muchachos se pusieron a la tarea de buscar el tesoro. Con picos y palas le dieron la vuelta al terreno dos veces. Pero no encontraron nada.

Pero como el campo estaba tan bien trabajado, decidieron cultivar grano tal como había hecho siempre su padre. Tuvieron una gran cosecha.

Después de recogerla se pusieron de nuevo a la tarea de la búsqueda del tesoro, y de nuevo no encontraron nada. Pero, una vez más, plantaron semillas aprovechando la labor realizada. La cosecha fue aún mejor.

Y así transcurrieron los años, hasta que los hermanos le cogieron el gusto a los trabajos de la granja y se dieron cuenta del verdadero tesoro que les había dejado su padre en herencia.

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